Golpeaba fuerte el hambre,
en aquellos días de mi niñez,
todo era tristeza y oscuridad.
Golpeaba fuerte la soledad,
todo estaban llenos de ausencia
donde tu regazo,
era el más dulce de los recuerdos.
Fue aquella noche helada de invierno
cuando el brillo de tus ojos
hechizo mi alma,
brotando el amor
en una adolescencia en flor.
Quedo en el olvido
ese mundo oscuro
y tomados de las manos
transitamos un nuevo camino.
En la madures de mi vida
germino en mi vientre la esperanza
mientras se secaban las espinas, que aún,
laceraban el alma.
Qué hermoso fue ver crecer mi vientre
Eran tus manos juntas a las mías
aferrándonos a ese nuevo ser.
Que feliz nos hizo verte transitar el sendero
que habías forjado.
Hoy, en la madurez de mi vida,
veo en tu vientre, hija mía,
la esperanza que germina,
haciéndonos entender,
que si bien fue duro el camino,
valió la pena vivirlo.
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