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jueves, 15 de julio de 2010

SENTADO EN EL UMBRAL DEL DOLOR





Salí esa tarde a distraer mis neuronas
agotadas por gritos
que reclamaban mi presencia.
Las nubes corrían desprolijas
por un cielo deshabitado de colores,
mientras el ruido de las horas

transcurría implacable

Sentado en el umbral del dolor
Ocultando miradas que claman

(Yo, observo a la distancia).

Entre humo y hastío gritan desamparo
rostros manchados de ausencia
duermen en silencio, gritos de sueños
que no alcanzarán sus manos

(Me miran)

Ojos fríos, miradas perdidas
y un pesado abrigo de soledad
cubre sus cuerpos

Ignorados, olvidados

Carentes de idioma
balbucean palabras inspirando el néctar
de la ignorancia.
Principio de sus muertes.

(Y yo sigo observando sin hacer nada)
Un silbido lejano

¡Alerta!

Corridas sin espacios,
miradas aterradas.
Parias de la vida, abandonados a su suerte.
Colores que se mezclan con el negro del asfalto
y el irritado ruido cercena las horas.
Callo el nudo de mi garganta
y la vergüenza, agacha mi cabeza.


(Sentado en el umbral del dolor, observo,

que pequeño soy y sigo sin hacer nada).



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