Seguidores

lunes, 18 de marzo de 2013

QUE LOCURA! (Cuento)

Pablo está sentado en la mesa de un bar, mira a través de los empañados cristales como la gente corre de un lado a otro, escapando de la lluvia que los sorprendió en ésta
tarde calurosa de verano.
Tiene que hacer tiempo, aún faltan dos horas para que llegue Juan, él terminó los tramites antes de lo pensado y advirtiendo la tormenta que se aproxima decide entrar en ese café.
Las bisagras de la vieja puerta de madera chillan al abrirlas y una nube de humo de un extraño aroma entro por su nariz, siente como recorre cada rincón de su cuerpo, segundos bastan para producirle una intolerable sensación de vomito, se detiene, inspira profundo, mantiene por un instante el aire limpio, luego exhalar con furia como queriendo eliminar en ella hasta el ultimo vestigio de humo.
Camina hacia la mesa que esta junto al ventanal.
Se sienta y saca del maletín unos papeles que comienza a acomodar, cuando escucha la voz del mozo decirle.

Buenas tardes, ¿qué se va a servir? Señor.

Pablo contesta sin levantar la vista de los papeles.

- Buenas tardes, ¿me podría traer una café doble y un tostado?.
Muy bien, ¿el tostado de miga o pan árabe? Señor.

Deja lo que esta haciendo y mira al mozo.
Sus ojos se clava en ese rostro, mientras la cara de Chaplín cruzaba por su mente, sonríe, carraspea su garganta y contesta de inmediato.

Árabe por favor... árabe.

El mozo se retira con el pedido y él sigue con lo suyo.
Una niña de pies descalzos y carita sucia pasa por las mesas dejando almanaques.
Pablo la mira. Imágenes de su niñez apareces reflejadas en la pequeña, una niñez fría, llena de amargura y dolor, un padre borracho y una madre... prefiere no recordar esa etapa.
Salió de esa mugre y marginación por si solo, se había jurado no repetir la historia de su padre, sería alguien respetable aunque en el intento se le fuese la vida. Lo logró con mucho esfuerzo , hoy con veintinueve años tiene un puesto de contador en una importante empresa multinacional.
Ve como la pequeña se marcha sin lograr que le dieran una moneda.

Señor, su café y el tostado.
Gracias, ¿cuanto le debo?.
Ocho con cincuenta.
Sírvase y quédese con el cambio.
Gracias.

El mozo se retira.
Toma un sorbo de café y acomoda el diario a un costado para darle una ojeada, mientras sigue esperando.
Las noticias son siempre las mismas “Tres muertos en un enfrentamiento, un delincuente y dos oficiales, dos mal vivientes logran escapar, perdiéndose el asentamiento Villa III”, “Familia tomada de rehén en Floresta”, “Pequeña de dos años muere por desnutrición en Córdoba”. Una mezcla de dolor, impotencia, angustia invade su interior, no quiere seguir leyendo, lo arroja a un costado de la mesa y pega un mordisco al tostado.
Mira el reloj, aun falta media hora para que Juan salga de su despacho.
Ahora por los pequeños ventanales se puede observar como la ciudad comienza a encenderse lentamente, ya no llueve, pero el agua quedo acumulada formando charquitos de luces de colores sobre las rotas veredas.
Va a tomar un sorbo de café, sus ojos se detienen en el título de un artículo “¿Suicidio o Asesinato?” y comienza a leerlo.
María Esther Maldiva, conocida artista aparece muerta en el cuarto de un hotel, un hombre fue visto salir del lugar con manchas de sangre en su camisa, un testigo dice haberlo reconocido.
La desesperación comienza a apoderarse de él, un grito ensordecedor se traslada por cada rincón del lugar, la gente lo mira sin entender lo que esta pasando, siente un nudo en la garganta, no sabe que hacer, sus manos tiemblan volcando el poco café que en la taza hay.
Una mano se apoya en su hombro y escucha la voz de Juan que le dice.

¡Hola Pablo!, ¿qué te pasa?, mira como tiemblas, ¿qué tienes?.

¡Mira!, ¡lee!, ¡lee!, ¡la mataron! Pablo ¡la mataron!, dime que no es verdad por favor.
¡No puede ser!, ayer estuve con ella en ese hotel. Juro que cuando la deje estaba bien, me dijo que se iba a descansar, que estaba cansada, ¿quién pudo haber sido?, ¿quién?, no puedo creerlo me voy a volver loco.

Juan lee atentamente el artículo, mientras Pablo sigue llorando sin consuelo y preguntándose ¿por qué?
Cuando escucha a Juan decirle:

¡Para loco, para! Tranquilízate un minuto.

Pablo no entra en razón; Juan no sabe que hacer, que decirle para calmarlo a lo único que atina es a tomarlo de los brazos y darle un fuerte sacudón mientras le grita.

¡Cállate, deja de gritar!, tranquilízate y termina de leer el artículo, no seas estúpido.

Al fin logra tranquilizarlo como para que termine de leer el artículo que había dejado a la mitad y darse cuenta que lo que había leído era la trama de la nueva película que tenía como protagonista a Esther Maldiva.

NUNCA DEJES NADA A MEDIA EN NINGÚN ASPECTO DE LA VIDA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi querida Mónica ese es un buen consejo, círculos imcompletos, vuelven a repetirse para ser acabados, no te olvides de mi y visita mi espacio de vez en cuando.
Un arazo de tu Negri.
Ambar