- ¡Hola Mirta!, ¿Cómo estás tanto tiempo?.
-Sí, dale Susi, el mío con crema por favor. Tengo tantas cosas que contarte, pasó tanto tiempo – le dice Mirta, con entusiasmo de comenzar la charla.
-Si señoras, buenas tardes, ¿qué se van a servir?.
A fuera llueve torrencialmente, la gente corre buscando refugio donde pueda, la confitería se llena de jóvenes que salen de la facultad, ahora el silencio es invadido por risas y charlas en voz alta, el ruido al arrastrar las sillas para pasarlas de un lado a otro tapa la música que hasta el momento se escuchaba suavemente.
-Bueno, tenemos tiempo,¿Quién de las dos comienza a contar?
Mi vida no fue muy linda, me casé, no pude tener hijos y eso influenció mucho en el matrimonio. Hace tres años que me separé de Matías, así se llamaba, la cosa no andaba, desde ya hacía mucho tiempo yo sabía que él tenía otra mujer, la cual le había dado un hijo y eso provocó la separación definitiva, vivo sola, en un departamento que me compre con lo que me toco de la famosa repartición de vienes y sigo trabajando en el mismo lugar desde hace veinte años.
El relato de Mirta es interrumpido por el mozo que les trae los cafés.
-Perdón señoras, sus cafés, ¿ el de crema para quién?.
-Para mí, gracias, contestó Mirta.
- Luis se caso en Estados Unidos, ¿sabías?, la chica es encantadora, es de Canadá, trabaja para el gobierno. La semana pasada recibí carta de ellos invitándome a que vaya a pasar un mes con ellos y que tienen una noticia para darme.
-Si, me enteré por Isabel, me lo contó hace unos días, cuando charlamos por teléfono. ¿Te sigo contando?.
La lluvia caía ahora más suave, el agua acumulada en las calles corría ligera llevando con ella los papeles que la ensuciaban dejándolas limpias por poco tiempo, las marquesinas de los teatros comienzan a encenderse. La confitería está quedando silenciosa y la nueva melodía se infiltra entre las pocas mesas ocupadas. Una pareja tomada de las manos se mira a los ojos prodigándose amor. Mientras Mirta trata de seguir con la conversación.
- Se llama Pedro, está por separarse, no se lleva bien con su mujer, no quise preguntarle mucho, habla muy poco de ella, tiene dos hijos ya grandes, uno casado hace poco y otra más chica que estudia.
Parecía el juego del teléfono descompuesto, Mirta quería contarle las cosas a Susi como habían pasado, pero ella parecía que no quería entrar en la conversación a la cual Mirta trataba de llevar. Se iba por las ramas, no escuchaba ni contestaba, se estaba convirtiendo en unabsurdo iry venir de palabras sin sentido.
-Susi, ¿te pasa algo?.
-No, ¿por qué?, estoy escuchándote atentamente lo que me contás.
Mirta llama al mozo.
-Mozo, otros dos cafés por favor.
-Sigue lloviendo tan fuerte, no me gusta. No tengo más ganas de escuchar nada, me perdonas, ando mal y mi cabeza está en otra cosa, en estos momentos.
- ¿Queres contarme vos lo que te está pasando?, yo te sigo contando después, porque algo te pasa, no me gusta que estés así.
El mozo les trajo los cafés, Susi sin darse cuenta le puso tres veces azúcar y prendió un cigarrillo, Mirta creía que había dejado de fumar, las manos les temblaban, tenía una mirada muy triste, mira el sobre que recién le habían traído unay otra vez, sin saber que hacer con él, lo deja en un costado y toma el café, Mirta hace lo mismo, pero no sabe qué decir, el comportamiento de Susi la tiene preocupada, cuando ve que toma el sobre y se lo alcanza diciéndole.
- No fui a jugar carta con amigas.
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